Kristen Lubben investiga para desentrañar los enigmas de la caja perdida del fotógrafo y de Gerda Taro . Elpais.com 06/05/2008
Acaba de llegar de Nueva York hace unas horas, pero el jet-lag no parece hacerle mella. Kristen Lubben, conservadora en el Intertional Center of Photography (ICP) de Nueva York, se apasiona cuando habla de la "maleta mexicana", la extraordinaria caja con 3.500 negativos sobre la Guerra Civil Española de Robert Capa, Gerda Taro y David Chim Seymour hallada en México y que ahora atesora el ICP. Explica que "en los círculos conocedores de la obra de Capa se sabía de esta maleta desde hace más de diez años, pero las negociaciones han sido lentas". Lubben, que hoy participa en Barcelona en unas jornadas sobre la "representación de la memoria histórica", recuerda que, pese a haberse iniciado los contactos, el material no se pudo incorporar a las exposiciones dedicadas a Capa y a Taro que organizó el pasado otoño el ICP, aunque posiblemente sí pueda hacerse en su itinerancia ya que en otoño podrán verse en el Barbican Center de Londres para viajar luego a Italia, Holanda y, seguramente, España. El ICP está en contactos con un museo de Barcelona para presentarlas.
La "maleta mexicana" estuvo perdida durante casi setenta años. Al parecer, Emérico Chiki Wisz, amigo y ayudante de Capa, la había entregado en 1940 al general mexicano Javier Aguilar González, entonces diplomático en Francia, para que la pusiera a buen recaudo. Allí estuvo, a buen recaudo en México, hasta que ya en los noventa, tras la muerte del general, sus familiares encontraron la maleta con estas tres cajas de las que dos contenían 127 rollos de películas y la otra una serie de sobres con negativos cortados, que son los primeros que se están escaneando. Los rollos están en buen estado, pero necesitan de la construcción de un aparato especial para poder escanearlos sin peligro.
Una vez esta parte del trabajo esté hecho empezarán a estudiarse las imágenes, un trabajo que Lubben asegura que enseguida se dará a conocer porque el ICP pretende abrir "un escaparate" en Internet para que se conozcan las investigaciones y las imágenes "casi al momento". Ahora, señala, hay tres personas trabajando exclusivamente en el proyecto y otras siete que colaboran en aspectos parciales. En el futuro habrá una publicación y una exposición que permitirá conocer algunas imágenes inéditas, sobre todo las de 1939 realizadas por Capa en los últimos días de la guerra, y también comprobar cómo la selección de las imágenes que se positivaron no siempre se corresponde, según Lubben, con las fotografías más interesantes.
"Lo más misterioso es que no se sabe porqué este material está junto, porqué éste y no otro. Parece como si fuera una preselección para un proyecto conjunto que al final quedó truncado", afirma Lubben, que indica que en el caso de las fotografías de Capa y Taro sólo hay negativos a partir de 1937. "No están los negativos de la famosa foto del miliciano caído, que es de septiembre de 1936", afirma. "Hemos mirado si hubiera imágenes de la serie en algún otro fragmento de película, pero no hay nada. Habrá que continuar buscando".
Lo que está claro, afirma, es que la imagen la hizo Capa y no Taro, aunque ella estaba también allí en aquel momento ya que se conservan fotografías paralelas realizadas por ella en la cámara Rolliflex de 6 x 6. "Taro no empezó a utilizar la Leica hasta 1937", recalca Lubben, que mantiene la versión oficial del gran biógrafo de Capa, Richard Whelan, fallecido a finales de 2007, sobre la "verdad" de la foto del miliciano. "Al parecer los milicianos estaban haciendo unas maniobras y ejercicios justo antes de que empezara el fuego real que mató al miliciano", explica Lubben.
Sea como sea, ésta historia seguirá siendo un misterio. La maleta, pero, permitirá ahondar más en la forma de trabajo de Capa y, sobretodo, de Gerda Taro, a cuyo estudio ha dedicado Lubben muchos de sus esfuerzos. Taro marcaba las fotografías no con el típico corte en forma de cuña en el negativo sino con un hilo de coser. "Parecía que era un gesto femenino, pero no, era algo corriente entre los cineastas para marcar un rollo largo de película". Cuando murió, atropellada por un tanque en el frente de Brunete, llevaba una cámara de 16 milímetros. Nunca se ha encontrado.
Acaba de llegar de Nueva York hace unas horas, pero el jet-lag no parece hacerle mella. Kristen Lubben, conservadora en el Intertional Center of Photography (ICP) de Nueva York, se apasiona cuando habla de la "maleta mexicana", la extraordinaria caja con 3.500 negativos sobre la Guerra Civil Española de Robert Capa, Gerda Taro y David Chim Seymour hallada en México y que ahora atesora el ICP. Explica que "en los círculos conocedores de la obra de Capa se sabía de esta maleta desde hace más de diez años, pero las negociaciones han sido lentas". Lubben, que hoy participa en Barcelona en unas jornadas sobre la "representación de la memoria histórica", recuerda que, pese a haberse iniciado los contactos, el material no se pudo incorporar a las exposiciones dedicadas a Capa y a Taro que organizó el pasado otoño el ICP, aunque posiblemente sí pueda hacerse en su itinerancia ya que en otoño podrán verse en el Barbican Center de Londres para viajar luego a Italia, Holanda y, seguramente, España. El ICP está en contactos con un museo de Barcelona para presentarlas.
La "maleta mexicana" estuvo perdida durante casi setenta años. Al parecer, Emérico Chiki Wisz, amigo y ayudante de Capa, la había entregado en 1940 al general mexicano Javier Aguilar González, entonces diplomático en Francia, para que la pusiera a buen recaudo. Allí estuvo, a buen recaudo en México, hasta que ya en los noventa, tras la muerte del general, sus familiares encontraron la maleta con estas tres cajas de las que dos contenían 127 rollos de películas y la otra una serie de sobres con negativos cortados, que son los primeros que se están escaneando. Los rollos están en buen estado, pero necesitan de la construcción de un aparato especial para poder escanearlos sin peligro.
Una vez esta parte del trabajo esté hecho empezarán a estudiarse las imágenes, un trabajo que Lubben asegura que enseguida se dará a conocer porque el ICP pretende abrir "un escaparate" en Internet para que se conozcan las investigaciones y las imágenes "casi al momento". Ahora, señala, hay tres personas trabajando exclusivamente en el proyecto y otras siete que colaboran en aspectos parciales. En el futuro habrá una publicación y una exposición que permitirá conocer algunas imágenes inéditas, sobre todo las de 1939 realizadas por Capa en los últimos días de la guerra, y también comprobar cómo la selección de las imágenes que se positivaron no siempre se corresponde, según Lubben, con las fotografías más interesantes.
"Lo más misterioso es que no se sabe porqué este material está junto, porqué éste y no otro. Parece como si fuera una preselección para un proyecto conjunto que al final quedó truncado", afirma Lubben, que indica que en el caso de las fotografías de Capa y Taro sólo hay negativos a partir de 1937. "No están los negativos de la famosa foto del miliciano caído, que es de septiembre de 1936", afirma. "Hemos mirado si hubiera imágenes de la serie en algún otro fragmento de película, pero no hay nada. Habrá que continuar buscando".
Lo que está claro, afirma, es que la imagen la hizo Capa y no Taro, aunque ella estaba también allí en aquel momento ya que se conservan fotografías paralelas realizadas por ella en la cámara Rolliflex de 6 x 6. "Taro no empezó a utilizar la Leica hasta 1937", recalca Lubben, que mantiene la versión oficial del gran biógrafo de Capa, Richard Whelan, fallecido a finales de 2007, sobre la "verdad" de la foto del miliciano. "Al parecer los milicianos estaban haciendo unas maniobras y ejercicios justo antes de que empezara el fuego real que mató al miliciano", explica Lubben.
Sea como sea, ésta historia seguirá siendo un misterio. La maleta, pero, permitirá ahondar más en la forma de trabajo de Capa y, sobretodo, de Gerda Taro, a cuyo estudio ha dedicado Lubben muchos de sus esfuerzos. Taro marcaba las fotografías no con el típico corte en forma de cuña en el negativo sino con un hilo de coser. "Parecía que era un gesto femenino, pero no, era algo corriente entre los cineastas para marcar un rollo largo de película". Cuando murió, atropellada por un tanque en el frente de Brunete, llevaba una cámara de 16 milímetros. Nunca se ha encontrado.
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